Una apreciación subjetiva conducida y escrita por Philip Newell, con la colaboración de algunos de los más reconocidos utilizadores de estos monitores que revolucionaron la industria de los estudios de grabación durante las dos últimas décadas del pasado siglo.
En los 60, era frecuente ver a los ingenieros y productores escuchar sus mezclas a través de un radio-transistor antes de aprobarlas. Se ‘entendía’ que lo que la gente percibía en la radio tenía gran influencia en su decisión de compra. Aún así recuerdo haber comprado los singles de los Rolling Stones en el día de su salida a la venta, sin apenas haberlos oído… De cualquier forma la radio jugaba un papel importante en la venta de discos y, por eso, consolas como las Neve de finales de los sesenta, traían un pequeño altavoz montado en su panel frontal para servir como referencia radiofónica. A pesar de lo horribles que eran (realmente y bien analizados no representaban nada en concreto) algunas veces ayudaron a conseguir un mejor equilibrio entre guitarras, voces y niveles de reverberación. Eran, sin embargo, poco consistentes y los ingenieros de grabación siempre se quejaban de ellas. La búsqueda de fiabilidad llevó a esta misma gente a hacer copias en casete para escuchar las mezclas en sistemas caseros, tanto dentro como fuera del estudio.
En algún momento de los primeros años 70, el Sound Cube de Auratone hizo su aparición. Este producía un nivel realmente prodigioso siempre y cuando estuviera conectado a un Crown DC150 u otra etapa por el estilo. Su pequeño tamaño no obstruía el paso al sonido de los monitores de pared, incluso colocado sobre el puente de una consola de mezclas. El hecho de ser un altavoz de un solo componente, garantizaba una suave respuesta en fase, a través de toda la zona vocal, contribuyendo para su gran utilidad con respeto a la de los monitores principales multivía.
El Auratone reinó con supremacía durante casi toda una década, a pesar de que ni todos le usasen ni a muchos le gustase, hasta que le vino la competencia a principios de los 80: la NS-10 de Yamaha. Diseñada para ser un altavoz doméstico de alta fidelidad, fue mal recibida por la crítica en general. Pero este pequeño altavoz tenía una pegada roquera que llevó la industria a prestarle atención. En el futuro sería una presencia común en todos los niveles de estudios de grabación y aceptada como el prototipo del monitor de facto. Lo que sigue intrigando a los fabricantes rivales durante los últimos 20 años, es como lo ha conseguido. ¿Qué características tendría que llevaba a tantos ingenieros a confiar que sus mezclas no traerían sorpresas al público consumidor?
En los inicios de su desaparición, los test elaborados por el Dr. Keith Holland nos conceden la oportunidad de realizar una visión analítica sobre el comportamiento de las NS-10, comparándola a la media de resultados obtenidos durante los 3 últimos años (la sección de Keith Holland en Studio Sound) y también con el Auratone cuyo test será publicado próximamente. Mientras esto sucede, he decidido encuestar a la industria, con la ilusión de llegar a tener una visión más clara de lo que había llevado estos altavoces a ser tan especiales.
Empecé por Bob Clearmountain, uno de los más grandes exponentes de las NS-10. Hoy él utiliza principalmente KRKs pero a principios de los 80 sus favoritos eran los KLH17. El problema entonces no era el sonido pero sí su fragilidad – el altavoz no soportaba el esfuerzo a que era sometido en el estudio. Alguien le enseñó las NS-10, en su anterior forma doméstica, y el se quedó impresionado de la forma como ‘viajaban’ las mezclas. El único problema era que fuera del estudio se notaba una cierta falta de altas frecuencias, por lo que decidió utilizar un ‘filtro acústico’ de papel higiénico. Cuando la versión ‘estudio’ apreció, las NS-10M, el papel desapareció y estas quedaron durante muchos años sin más cambios.
“Me ayudaron a pagar la renta”, me ha dicho, “ya que podía confiar en ellas para mi trabajo. No soy un tío muy técnico, sólo mezclo música y utilizo las herramientas con las cuales obtengo mejores resultados. La razón porque la que funcionan, no es de gran importancia para mí.”
Hablé también con Alan Douglas, el ingeniero ganador de un Grammy por el álbum del dueto BB King y Eric Clapton, “Riding with the King”, el mismo día que empezaba una nueva grabación de Annie Lennox. Él cree que las NS-10 suenan horriblemente pero tienen un sonido rock’n’roll que, si les coges el punto, pueden dar muy buenos resultados durante una mezcla. Douglas iba más legos afirmando que la combinación NS-10/Quad, encontrada en tantos estudios británicos era, de verdad, difícil de soportar pero debería admitir que había conseguido muy buenos resultados con NS-10 y etapas Crown. Tal como Clearmountain, hoy Douglas prefiere KRK pero recuerda igualmente haber utilizado los Auratone hace muchos años.
“Si puedes hacer sonar bien una mezcla en unos Auratone, puedes tener claro que tienes disco” dijo.
Nick Cook ha pasado los últimos 10 años como director del departamento Europeo de Fairlight y como director de ventas de Amek. A partir de mediados de los 70, fue un ingeniero muy solicitado en algunos de los mejores estudios de la Gran Bretaña. “Solía analizar las partes fundamentales del sonido en los monitores principales, para luego decidir el equilibrio y las ecualizaciones en las NS-10” recuerda. “Son brillantes y agresivas, y las más antiguas con el papel de váter llevaban a cortar agudos en las mezclas. El cambio de las NS-10 por su versión para estudio, las NS-10M, ha causado un cierto periodo de confusión, ya que había cambiado la referencia pero el sonido tenía esencialmente el mismo carácter y al poco tiempo la gente ya les había cogido el punto”. Cook está convencido de que los procesos de grabación y mezcla son distintos y por lo tanto necesitan altavoces diferentes: “durante la grabación, tienes que escuchar los instrumentos con gran detalle, mientras que, a la vez, intentas inspirar a los músicos para que realicen una gran toma. Las sutilezas en el equilibrio de la mezcla no son importantes durante esta fase. Cuando finalmente llegas a la mezcla, se supone que ya tienes unas buenas tomas, por lo que mezclar es principalmente una cuestión de equilibrio y planos”.
Él también cree que una de las ventajas primordiales que les han encontrado a las NS-10, con relación a la inmensa mayoría de sus contemporáneas, era la facilidad con que soportaban un SOLO de un bombo sin morirse en el acto. “También sonaban bien cuando se colocaban sobre el puente de medidores de las consolas SSL y una vez vistas en esa posición, la industria las aceptaba de forma general como una referencia”.
Comentaba aun Cook con respeto la solidez de la construcción de la caja que esta apenas se escuchaba. No tenía por eso ese sonido nasal de algunas cajas, lo que ayudaba a que se pareciera más con los monitores de pared. Además la sólida construcción de la caja no solía excitar resonancias en la misma consola de mezclas, siendo ese uno de los problemas más comunes de buena parte de sus más frágiles competidores.
“De lo que también me he dado cuenta”, continúa, “es que el sonido de las grabaciones, en general, ha cambiado con el paso del tiempo y una de las probables razones de tal cambio puede haber sido que los altavoces de mezcla más populares han definido sus propios patrones de lo que parece ser un buen sonido”.
A pesar de haber estado con SSL durante los últimos 20 años, Chris Jenkins fue formado por la BBC y trabajó algunos años en la Virgin. Es un hombre ampliamente respetado como músico, ingeniero de grabación, ingeniero de mantenimiento y diseñador de consolas. Seguramente tiene algo que aportar al tema de la popularidad de las NS-10… “Personalmente, tengo ahora preferencia por las KRK” ha dicho” pero solía darme cuenta de cantidad de detalles de dinámica en los Auratone”.
De nuevo su técnica era conseguir la mejor grabación posible utilizando los monitores principales y entonces conmutar con los Auratone o las NS-10, para llegar al equilibrio adecuado entre los instrumentos. “Una vez que aprendes a confiar en el resultado de tus mezclas hechas con un determinado altavoz, entonces según el punto de vista del ingeniero, no hace falta saber porqué – sencillamente lo vuelves a hacer. Yo prefiero los Auratone a las NS-10” dijo “ya que me parecen dar una mejor sensación de dinámica; quizás sea porque sólo tienen un altavoz y no hay divisor”.
O sea, que un hombre tan musical y técnico como Chris no sólo no ha movido un dedo para descifrar el enigma, ni incluso parecía siquiera interesado. Lo más importante siempre han sido los resultados.
Finalmente he contactado a Mick Glossop, productor-ingeniero de artistas como Frank Zappa, Van Morrison o Sinead O’Connor. Glossop utiliza NS-10 y Auratone. “Francamente nunca discuto con nadie sobre las razones, solo me interesan los resultados que consigo”, me ha dicho. Preguntándole sobre su postura con respeto a la conocida frase de George Massemberg (creo que no existen los monitores de referencia definitivos, ni tampoco oídos de oro para decirnos cuales puedan serlo; los estándares pueden depender de las circunstancias; para cada individuo un monitor puede funcionar o no… Se puede perder mucho cuando cada uno apoya su trabajo en juicios y recomendaciones ajenas) me contestó que estaba absolutamente de acuerdo.
“Si las cosas suenan demasiado bien en los altavoces, te llenas de pereza y no trabajas en la música”, continúa, “te lo llevas para casa y te das cuenta que podrías, y deberías, haberlo hecho mucho mejor. Yo uso monitores grandes de vez en cuando, para chequear los bajos pero es normal que haga sesiones enteras con las NS-10. En realidad no me gustan nada para escuchar música en casa; solo son para trabajar. También me he dado cuenta que durante procesos de masterización siempre tengo que añadir algo alrededor de los 2.8kHz, ya que tengo tendencia a bajarlas cuando mezclo en NS-10. Sigo utilizando los Auratone para poner el bajo y las voces en su sitio en la mezcla. También puedo escuchar mejor las distorsiones en los Auratone y además a muy bajo nivel tienen mucho detalle. Puedo sacar una mezcla bien equilibrada en los Auratone, que sonará muy bien en las NS-10, pero no podría usarlos desde el principio. Detesto tener que cambiar de monitores, ya que les he cogido el punto a los que utilizo normalmente. Si tuviera que cambiar, probablemente, me iría a los KRK pero también me gustan muchísimo los Quested. Siempre que hay monitores grandes disponibles me sirvo para chequear los bajos pero si no conozco la sala en la que están puede llegar a ser confuso. Esencialmente, cuando mezclo, quiero poner toda mi energía en la mezcla y no quiero perder el tiempo pensando en los altavoces.”
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Bueno, ¿en que punto nos dejan todas estos comentarios? Parece que ningunos de estos hombres tiene el mínimo interés en diseño de altavoces, solamente quieren utilizar los que les han dado buenos resultados. Todos parecen estar de acuerdo con la afirmación de George Massemberg y ven, de forma general, las NS-10 más como una herramienta de trabajo que como monitores de grabación, siendo este, probablemente, el equívoco del cual no han acabado de salir muchos de los pequeños estudios de grabación. Ven ingenieros muy cotizados utilizando NS-10 para sus mezclas pero olvidan en primer lugar que casi siempre se valen de los monitores grandes durante la respectiva grabación y en segundo, que son gente con muchísima experiencia, en la cual se basan a la hora de interpretar lo que escuchan. Principalmente no lo asumen como siendo una ‘Verdad Bíblica’.
Todos utilizan monitores que les sirven para sacar los mejores resultados a la hora de trabajar y todos están de acuerdo en su preferencia por monitores que exijan un gran trabajo para sacar adelante una mezcla. Así lo ratifica la afirmación de Alan Douglas “si puedes hacer sonar bien una mezcla en unos Auratone, puedes tener claro que tienes disco”.
Nadie se ha referido respuesta en frecuencia, respuesta de transitorios, o algún otro aspecto del comportamiento de las cajas. Todos hablaron en términos subjetivos y, sin embargo, algunos poseen amplios conocimientos técnicos. Mi opinión personal sobre cualquier monitor no es que deba sonar bien pero que ‘grite’ siempre que algo esté mal. Esta filosofía se basa en el hecho de que un gran número de productores e ingenieros, en el relax de su casa, prefieren escuchar por placer, sin que resalten los problemas, y no quieren oír sus monitores de trabajo.
Para mí las NS-10 siempre han sido una herramienta muy útil. Estoy seguro de poder alinear prácticamente cualquier sistema de monitores multivía, dentro de límites de 1dB de lo que haría con equipo de medida, sólo con la ayuda de una pareja de NS-10, siempre y cuando esté alimentada por una etapa decente.
De hecho, ni siquiera Yamaha lo hizo correctamente, ya que las NS-10 fueron un rotundo fracaso en el mercado al que se destinaban (Hi-Fi) y si han encontrado el nicho adecuado, ha sido más por casualidad que por juicio selectivo. Las NS-10 también han contribuido a la industria de la grabación de otras formas menos evidentes. En el mundo actual de la grabación, donde el entusiasmo supera muchas veces la experiencia, la aceptación de las NS-10 como ‘profesionales’, ha tenido como consecuencia su amplia utilización en innumerables pequeños estudios, que de a no ser así hubiesen optado por monitores mucho más zalameros y, con estos, los resultados hubieran sufrido. La contrapartida, sin embargo, es que la falta de resolución y detalle fino de las NS-10 también ha contribuido a que algunas grabaciones francamente malas hayan podido llegar tan lejos como al proceso de mezcla. Es evidente que esto también ha traído más trabajo a los ingenieros de masterización en el intento de limpiar un poco el producto.
Las razones que justifican la popularidad de las NS-10 son de difícil valoración, y más difícil aún es prever si habrá que las sustituya en un futuro. Con suerte, las mediciones de Keith Holland y su comparación con las de otros altavoces, aportarán alguna luz al enigma del comportamiento de estas pequeñas cajas. Después de todo, si alguien puede producir un monitor que suene idéntico a una NS-10M, que sepa que hay todo un mercado con los brazos abiertos esperándole.
Philip Newell FIOA
Traducido y adaptado para el Boletín nº17 de Octubre de 2001.