Un cliente nuestro, productor de música Trance y Psycodelic vino a nuestra “ofi” con un problema que, desde hace unos meses, se sigue detectando en su estudio de grabación. Sus monitores de audio, de reciente instalación, llevan meses con un comportamiento algo menos que convincente. Como se encontraban aún dentro del período de garantía, los hemos enviado a fábrica (un ejercicio poco económico para todos), donde el veredicto ha sido: están perfectos! Ahora, un par de meses más tarde, como el problema persiste, hemos decidido hacer un exhaustivo chequeo a su sistema. Entre las salidas balanceadas (Jack TRS) del módulo conversor de su tarjeta de audio, por cierto de reconocida calidad, y las entradas balanceadas (XLR) de los monitores auto-amplificados, hemos encontrado unos “bellísimos” cables de diseño, con una marca sofisticada, aunque desconocida para nosotros. Para hacerlos de todo atractivos y enganchar de inmediato al cliente menos atento, el fabricante le ha puesto, del lado opuesto al jack TRS, un XLR articulado, realmente impresionante. Una observación más detallada del cable nos enseña un cable de un conductor y pantalla, vulgar cable para instrumento, en el que la ausencia de un conductor para la señal negativa, deja sorprendentemente desconectada la patilla de contacto del anillo del jack. Ante tal disparate me acordé de un artículo de Philip Newell que, a finales de los noventa, publicábamos en nuestro boletín. Tenía un tono algo depresivo, de alguien muy disgustado con el rumbo de la industria. Vale la pena leerlo…
Hoy el día ha amanecido triste. Ahora parece que yo, Philip Newell, ya no sé cual es la mejor forma de conectar equipo en un estudio de grabación. Lo sabía en 1970, también en 1980, incluso pensé que lo sabía en 1990, pero ahora, en 1998, no lo sé.
¿Es esto un problema de senilidad? Posiblemente no lo es, ya que en otros aspectos de mi trabajo de diseño y de investigación tengo mas éxito ahora que antes. La razón puede ser que el equipamiento se haya vuelto tan diabólicamente complicado, que me he quedado desfasado. Bueno, el equipamiento se ha desarrollado internamente, de eso no hay duda, pero las entradas y las salidas de audio no parecen haber cambiado demasiado…¿o sí?. Bueno, en realidad sí, pero temo que se vaya retrocediendo.
La instalación de una consola de mezclas Neve series 80 en un estudio, alrededor de 1970, parecía ser la sencillez en si misma. Ellos cableaban las consolas, según lo que era ya considerado un viejo patrón, con todo el cableado externo – y mucho del interno – totalmente balanceado del tipo flotante, manteniendo la masa de chasis y la masa de audio bien separadas excepto en un punto cuidadosamente elegido. Nunca había problemas de loops de tierra (masa), porque las mallas en los cables nunca llevaban ningún audio. Todas ellas se conectaban solamente a la masa de chasis, tal como el pino 1 de todos los conectores XLR. Cuando se necesitaba aumentar las consolas para 16 o 24 pistas, la incorporación de nuevos canales de entrada o de módulos de grupo, era un puro ejercicio de ingeniería mecánica. La cuestión del cableado era virtualmente infalible.
El número de Junio de 1995 del “Journal of the Audio Enginneering Society” fue dedicado exclusivamente a los problemas de masa (tierra). Si esto fuera posible, esa revista debería ser lectura obligada de todos los fabricantes de equipos de audio y de todos los que, de una forma u otra son responsables de su instalación. Sus siete artículos abordaban aspectos serios de la susceptibilidad del ruido y de la seguridad, y todos eran excelentes en sus contenidos. Sin embargo, en dos de ellos “Susceptibilidad del ruido en sistemas de procesamiento analógicos y digitales” de Neil Muncy, y “Consideraciones sobre masa y protección de equipos de Audio” de Stephen Macatee, se intuían un par de acusaciones irrefutables en contra de la industria fabricante de equipos de Audio.
Algunas de las más altas esferas de la industria permanecen relativamente exentas de critica, pero la gran mayoría de los fabricantes deberían hacer caso de los comentarios realizados. Su enorme falta de respecto con los protocolos de conexionado de masa, conduce a situaciones donde Macatee ha identificado 16 distintas posibilidades que implican conexiones balanceadas y no balanceadas. Ninguna de ellas, por cierto, tiene en cuenta el disparate añadido del pin 2 o 3 positivo, ya que se da por supuesto un código de instalación de cableado estándar. Todas las situaciones se referían, única y exclusivamente si las entradas (inputs) o las salidas (outputs), eran o no balanceados, o si la masa del conector de señal iba a la masa de chasis o a la masa de Audio. Solo 3 de las 16 situaciones de interconexión podrían ser resueltas, utilizando cable estándar de doble conductor y malla (positivo, negativo y masa) conectados convencionalmente en ambos lados. Toda las demás situaciones requerían masas cortadas o juntas, con el conector negativo, siempre en alguno de los extremos.
¿Como se puede pedir que cualquier propietario de un “project studio” sepa todo esto a la hora de hacer sus conexiones? Mucha gente responsable del conexionado del equipo de estudio ha adoptado el sistema de masa conectada solo a un extremo, pero en general, lo que no queda claro es a cuál de ellos y cuándo. En 1982, tuve que enfrentarme por primera vez a estas reglas, intentando conectar dos piezas de equipo, cuyos manuales eran totalmente contradictorios en sus aproximaciones al problema. Esto me llevó a sacar mis propias conclusiones para una mejor solución del mismo. Tuve suerte; funcionó. Quince años más tarde, sin embargo, la situación ha degenerado en un caos absoluto. En su articulo, Stephen Macatee, nos indica el óptimo interconexionado para muchas de las combinaciones de distintos tipos de circuitos, ya sean entradas o salidas balanceadas o no balanceadas, pero sugiere que “si ambos equipos a conectar conducen la malla del cable a la masa de audio, en vez de llevarla a la masa de chasis, entonces estás en la zona oscura”. Si un experto como Stephen Macatee (de Rane Corporation) no consigue encontrar solución y yo, con mis 30 largos años de experiencia en el mundo de la grabación, me tengo que rascar la cabeza (¡ah, ahora me doy cuenta porque me ha caído el pelo!), entonces que pueden esperar las pobres almas que intentan conectar, a solas, su primer (o 50, que más da) “project studio”, con un equipo lejos de ser un tope de gama.
La situación actual es penosa, especialmente porque se podría solucionar con facilidad, si hubiera un poco de esfuerzo coordinado por parte de los fabricantes, pero muchos de ellos solamente parecen estar interesados en “mover el producto”, el máximo posible, y denotan escasa consideración hacia los problemas de los consumidores. Irónicamente, parece que estamos ante una situación, en la que un instalador relativamente inexperto podrá conectar con éxito un estudio repleto del mejor y más caro equipo, mientras que para los equipos de mediana y de baja gama, se ha llegado a un punto de tal complejidad que nos ha dejado desconcertados, incluso a los mas expertos.
Philip Newell
Artículo publicado en el boletín nº6 de Julio de 1998.